jueves, 27 de agosto de 2009

Suave



Amanece.
Esa cubierta innecesaria y artificial, ante mi deseo,
se desvanece;
me abriga, pero no me da tu calor.
Despierta, mi hada,
destellas encanto y pasión.
Despierta, mi amada,
acaríciame con tus alas;
y, con el fértil valle de tu cuerpo,
transforma este desierto,
lléname...
Inúndame de sentimiento.


Rubén Romero
Ex alumno
Cursando 4º año de Derecho